Dramatis Personae:
Zejo– Alejandro Toledo
Benjamín– Malzon Urbina
José Luis– Alan García
ESCENA.– Oficina secreta de Malzon Urbina en La Parada.
ACTO ÚNICO
ESCENA ÚNICA
Con capucha y bufanda al cuello, Alejandro Toledo entra a la oficina de Malzon Urbina, su nuevo abogado, quien se encuentra revisando unos papeles en su escritorio. Tras servirse un vaso de whisky, Alejandro Toledo se percata de la presencia de Alan García, quien saluda al público con una alegría exagerada. Alejandro Toledo se muestra sorprendido, pero cree entender que Malzon Urbina puede tener más clientes a quiénes sacar dinero. Se vuelve hacia él y le dice:
Alejandro Toledo–
¡Cuánto la quiero a mi suegra!
Pues ella mueve millones,
mientras me doy apretones
con la mujer que me alegra.
Aunque la estoy viendo negra
con la casa y la oficina
que compró, nadie alucina
que saldré limpio y librado.
¡Alan! Tengo un «gordo» aliado:
Es la ley: ¡Malzon Urbina!
Malzon Urbina escucha atento a Alejandro Toledo y luego mira al público, a quien se dirige cómplice y en susurro:
Malzon Urbina–
He sido un juez acusado
de hacer cosas a escondidas,
¡qué falacias desmedidas!,
solo soy un abogado.
Siempre fui muy arrojado,
muy leal a mi partido
(del cual no hablo tan seguido).
Soy muralla del cuartel
del APRA y quiero ser el
«Sancho» de Alan muy querido.
Alan García se sube al escritorio de Malzon Urbina, mira hacia el público y declama:
Alan García–
Compañeros, compañeras,
juro desde este balcón:
«¡No pasará la traición
miserable de las fieras».
¡Que investiguen! Las esferas
del hombre y del presidente
no se oponen. Que la gente
malvada, que mal me causa,
siga buscando sin pausa.
¡Por Haya, soy inocente!
Alejandro Toledo empieza a darse cuenta de la complicidad de Alan García con Malzon Urbina y le ruega al segundo.
Alejandro Toledo–
¡Que levanten mi secreto
bancario! García miente,
Malzon, yo soy el cliente
al que le debes respeto.
Tú serás el amuleto
que guíe a nuestra «chacana».
¡Alan! ¡Te irás a la «cana»
por los muertos de El Frontón!
El pueblo dirá en pasión:
«¡Grande, el cholo de Cabana!»
Alan García baja del escritorio. Malzon Urbina va hacia el fondo del escenario y trae en sus manos, una banda presidencial.
Malzon Urbina–
Toledo, «Cholo Sagrado»,
vendiste tu alma al Demonio,
será tu faz testimonio
de un secreto mal guardado.
Me buscaste de abogado;
no soy mago y, para brujo,
(te lo diré sin tapujo)
que tu suegra, que es tan Eva,
¡pucha qué vieja longeva!,
declare que alguien te abdujo.
Alejandro Toledo bebe de un tirón su copa de whisky y empieza a temblar. El escenario pasa a oscuro repentinamente, y una luz senital se cierne sobre Alan García.
Alan García–
Pueblo del Perú, controla
tu furia, ¡pueblo valiente!
Volveré a ser presidente
(y así, otra vez, harás cola).
Si «la plata llega sola»
(¡no lo dije, lo sabéis!)
yo sé que resistiréis,
que ni el cholo ni el cachaco
podrán ensuciarme el saco,
¡vuelvo el dos mil dieciséis!
Desde la oscuridad en escena, Malzon Urbina se acerca con la banda presidencial y se la coloca a Alan García, quien tiene problemas al bajársela por la cintura. Malzon Urbina le besa la mano izquierda y juntos se abrazan.
(TELÓN.)
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