Dramatis Personae:
José Luis– Sergio Markarián
Benjamín– Claudio Pizarro
Zejo– Radamel Falcao
ESCENA.– Campo de juego del Estadio Nacional y
túnel de los vestuarios, Lima.
ACTO ÚNICO
ESCENA ÚNICA
Al término del Colombia 2-0 Perú, Claudio Pizarro y Radamel Falcao empiezan a discutir camino al túnel que lleva a los vestuarios. Desde el palco presidencial, Ollanta Humala y Nadine Heredia, quienes se encuentran acompañados por John Travolta, miran asombrados los empujones entre ambos futbolistas. Sergio Markarián se da cuenta de lo que ocurre y le dice «calma, muchacho» a Claudio Pizarro. Radamel Falcao se ríe, burlón.
Sergio Markarián–
Acá no ha pasado nada,
todo ya estaba previsto,
¿que perdimos?, claro, listo,
¡fue derrota calculada!
Verán, es una carnada;
Uruguay y Venezuela
se confiarán, y candela
les daremos con esmero,
¡porque Pizarro y Guerrero
les mostrarán nuestra escuela!
Claudio Pizarro no le hace caso a Sergio Markarián. Se encuentra inquieto y va por su maletín deportivo. Saca de él un espejo y se mira, absorto. Luego saca del maletín una toallita perfumada, se limpia el rostro del sudor y se intenta peinar unos rulos rebeldes.
Claudio Pizarro–
Le dije a mi peluquero
que el rulo me molestaba,
que sería una gran traba
a mi perfil cañonero.
Además, el aguacero
mojó mi «look a lo Europa».
¡De esta selección la tropa
no respeta ni la facha!
Les gusta mostrar la hilacha
¡y no ganan ni una copa!
Radamel Falcao intenta quitarle el espejo a Claudio Pizarro, pero este lo esquiva y le dice «¡suelta, oe!» y tira un puntapié al aire, cerca al colombiano. Sergio Markarián se interpone entre Radamel Falcao y Claudio Pizarro, y recibe una patada en la canilla por parte del peruano que, por segunda vez, no le atina a Radamel Falcao. El colombiano dice con ironía:
Radamel Falcao–
Que canten alto los gallos
que saltan, pero no pican,
pue’a Colombia nos salpican,
con sus errores y fallos.
Claudio: todos tus caballos
juegan mejor que Perú.
¡Fue dos a cero! Ni tú,
tuviste un juego eficiente.
Mejor que el público aliente
pa´que cambies de champú.
Claudio Pizarro ignora las palabras de Radamel Falcao. Ni siquiera lo mira. Encerrado en sí mismo, se ve en el espejo, se acaricia el rostro y se mueve el cabello suavemente, con delicadeza.
Claudio Pizarro–
Espejo, espejito, dime
¿quién puede ser más hermoso?
¿Este pechito famoso,
o ese Radamel que gime?
Sus logros nadie suprime,
él practica un juego llano
-¡como el fulbito de mano!-.
Puede que meta los goles
pero no cambien los roles:
¡yo triunfé en Bayer, yo gano!
Radamel Falcao ríe a carcajadas y le dice a Claudio Pizarro: «Tranquilo, pues, pecho frío, que yo soy el tigre», y le lanza un puñetazo que le cae a Sergio Markarián, quien se había puesto entre ambos para evitar una pelea.
Radamel Falcao–
Claudio: lograste tres copas,
¡pero yo voy al Mundial!
Sintoniza bien tu dial
y no te rasgues las ropas.
Mago: alístame las tropas
que mi once se encuentra listo:
Toledo y Alan -¡Oh, Cristo!-,
el veredicto de La Haya;
tantos problemas -¡Oh, vaya!-.
El Perú no está bien visto.
Claudio Pizarro le tira su espejo a Radamel Falcao, pero este se agacha y le cae a Sergio Markarián. El entrenador se muestra aturdido por el impacto, pero se recompone rápidamente. Encara primero a Radamel Falcao y, luego, a Claudio Pizarro:
Sergio Markarián–
Déjate de cantaletas,
¡la estrategia va! No hay nada
como una Cristal helada
para cortar pataletas.
Confíen en mis recetas,
que mis muchachos son oro.
Pizarro, grande, ¡tesoro!
Guerrero, ¡tremendo artista!
¡Que todos los derrotistas
hagan mutis por el foro!
(SALEN.)
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